No les gusta a los americanos que les recuerden sus grandes derrotas, ellos que se consideran los amos del mundo no quieren recordar Pearl Harbor como la mayor derrota en suelo americano de su país, por una concatenación de errores, malos entendidos y prepotencia, sobre todo prepotencia de que un pequeño país compuesto por un grupo de islas y a los que habían embargado el petróleo, verdadera causa del ataque, les sorprendieran y les pusieran en jaque hasta el punto que para ganar la guerra tuvieron que lanzar dos letales bombas atómicas en Nagasaki e Hiroshima sobre la población civil, despertando al gigante dormido, que entró de pleno en la II Guerra Mundial tanto en Europa como en el Pacífico.
MIchael Bay, director que a lo largo de su trayectoria busca grandes éxitos de taquilla contando para ello con grandes medios técnicos y grandes presupuestos, a sabiendas de la impopularidad del público americano, al que va dirigido la película, se busca una trama paralela en base a un drama romántico entre los dos heroicos pilotos, amigos desde la niñez, enamorados ambos de la misma enfermera, lo que mantiene el interés de la trama pasando sucintamente por la preparación del ataque japonés, y basando la cinta en el triángulo amoroso y en la espectacularidad del ataque a Pearl Harbor, grandioso en su caracterización aunque nuestros dos héroes nunca existieran, plasmando la estupidez americana ante la audacia y la sorpresa de los japoneses, que hicieron el mayor daño posible.
Y como no todo puede ser filmar las derrotas, también introdujo una pequeña victoria, la del bombardeo de Tokio como respuesta al desastre de Hawai, comandado por el coronel Doolittle, en una gesta suicida que llevaron a cabo los americanos para subir la moral de su ejército y de su población ante tamaña tragedia y humillación.
Sin embargo, las actuaciones del trío protagonista son flojas, ni Ben Affleck ni Josh Hartnett nos llegan a convencer con sus papeles, ni la atractiva inglesa Kate Beckinsale logran hacer medianamente creíble su relación a dos bandas, además de que tuvieron, dicen las malas lenguas, continuos enfrentamientos con Michael Bay, que no logró crear el peliculón que pretendían los productores, acercándose más al fracaso que al éxito.
Con todo, la película se merece un notable bajo, o al menos la excepcional banda sonora que nos acompaña.
Posdata.- Si alguno quiere ver realmente como se realizaron ambas gestas bélicas, ver la excelente "¡Tora, tora, tora!" dirigida por Richard Fleischer, Kinji Fukasaku, Toshio Masuda en el año 1970, y "30 segundo sobre Tokio", de Mervyn LeRoy, dos pequeñas joyas del cine bélico, y ya que estoy recomendando, sobre el mismo tema, "La batalla de Midway", de Jack Smight en 1976.
La película está bien.... pero la banda sonora es ARTE, solo la BSO eleva la nota de esta película 3 puntos...