Sugerente y estudiada ópera prima del hasta ahora actor Raúl Arévalo, que seguro que llevaba tiempo meditando el guiñón de este thriller con esencia a puro, a genuino, a meditado. Además, Arévalo no se reserva ningún papel, sabe a ciencia cierta quiénes son los actores más adecuados para rodarlo con ellos, y francamente, no se equivoca, con un Antonio de la Torre francamente brillante dentro de su estudiada apatía, de su segundo plano siendo el actor principal; y un Luis Callejo, sorprendente en su papel por lo inesperado de sus registros, por su sapiencia y su desenvolvimiento.
Y un gran acierto, un órdago a la chica, una de las jugadas más arriesgadas del mus por su evidente peligro, jugada que le sale perfecta con la elección de Ruth Díaz, el nexo de unión para descubrir lo oculto, para dar rienda suelta a esa ira que ha ido madurando en su interior durante casi una decena de años, y lo hace con parsimonia, sin sobresaltos, sin alaracas de cara a la galería, subyugando al espectador, que siempre va un paso por detrás del director y de lo que está viendo, que cuando cree que ya sabe su resolución, se encuentra con una nueva vuelta del guión hasta su desenlace, brillante... sin palabras.
Raúl Arévalo se ha presentado a lo grande, y nos deja expectantes de cara a su próximo trabajo. Me ha sorprendido y me ha gustado.
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Sugerente y estudiada ópera prima del hasta ahora actor Raúl Arévalo, que seguro que llevaba tiempo meditando el guiñón de este thriller con esencia a puro, a genuino, a meditado. Además, Arévalo no se reserva ningún papel, sabe a ciencia cierta quiénes son los actores más adecuados para rodarlo con ellos, y francamente, no se equivoca, con un Antonio de la Torre francamente brillante dentro de su estudiada apatía, de su segundo plano siendo el actor principal; y un Luis Callejo, sorprendente en su papel por lo inesperado de sus registros, por su sapiencia y su desenvolvimiento.
Y un gran acierto, un órdago a la chica, una de las jugadas más arriesgadas del mus por su evidente peligro, jugada que le sale perfecta con la elección de Ruth Díaz, el nexo de unión para descubrir lo oculto, para dar rienda suelta a esa ira que ha ido madurando en su interior durante casi una decena de años, y lo hace con parsimonia, sin sobresaltos, sin alaracas de cara a la galería, subyugando al espectador, que siempre va un paso por detrás del director y de lo que está viendo, que cuando cree que ya sabe su resolución, se encuentra con una nueva vuelta del guión hasta su desenlace, brillante... sin palabras.
Raúl Arévalo se ha presentado a lo grande, y nos deja expectantes de cara a su próximo trabajo. Me ha sorprendido y me ha gustado.
Notable, 8.