Recuerdo con cariño este culebrón norteamericano que veía por la matinales de los primeros años ochenta mientras me levantaba para estudiar la carrera de derecho tras una jornada nocturna en el taxi. Aprovechaba para desayunar con los problemas de esta familia glamurosa que durante nueve temporadas nos dejaban entrar en sus palacios de ensueño, con mujeres malvadas pero atractivas, con sus maquiavélicos negocios para sostener sus fortunas, con su corrupción y sus amoríos, con su depravación y en ocasiones, su bondad, que no dejaba de ser extravagante con semejante familia.

Por si fuera poco, los Carrington siempre estaban enfrentados con los Colby, con lo que teníamos una amalgama de personajes que no permitían el aburrimiento.

Recordar a sus personajes principales, la malvada Joan Collins, primera mujer de John Forsythe, y Linda Evans, la actual con la que comienza la serie, personajes que junto a sus hijos de matrimonios anteriores, los que son, y los que pueden ser, te hacían soñar, y más para un estudiante, en llegar a rozar esos palacios, esos automóviles de ensueño, esa vida de lujo que todos, al menos en nuestra juventud, ambicionamos.

Aprobado alto, 6, aunque sólo sea por su longevidad. Francamente, no recuerdo si acabe de verla en su integridad, aunque si recuerdo que ví la última temporada aquejado de una rotura de tibia y peroné, y aunque parezca mentira, esperaba su transmisión con verdadero interés.