La maestría de Raoul Walsh, uno de los más grandes, en enmarcar en una película de aventuras algo tan importante como la compra de Alaska a los rusos por parte de los americanos a cambio de la frugal cantidad de diez millones de dólares, habla a las claras de la gran capacidad de este cineasta universal.
Cine de aventuras con letras doradas, humor a mansalva por parte del Portugués, un Anthony Quinn grandioso con la sonrisa siempre en la boca, además del esquimal y su foca "Luisa", una vigorosa y magistral persecución de veleros a todo trapo con las velas henchidas de viento, golpes y trifulcas a mansalva y una bella y romántica historia de amor entre una noble y bella rusa y uno de los capitanes mercantes del momento, con la comparación de la fastuosa y glamourosa aristocracia rusa y la incipiente burguesía americana.
Y además esa denuncia contra el asesinato indiscriminado de las focas para comerciar con sus pieles, un gran negocio explotado por rusos y americanos hasta la extenuación y prácticamente la desaparición de la especie, masacrándolas a golpes para no estropear las valiosas pieles, y una lección para preservar a la especie de sólo cazar a los machos jóvenes y respetar a las hembras.
Grandes actuaciones de Gregory Peck, John McIntire y el mencionado Anthony Quinn, además de la recatada y serena belleza de Ann Blyth, cantante y actriz americana que dejó los escenarios para cuidar de su familia, en una de sus más recordadas y lúcidas actuaciones, paseando con elegancia los vestidos de la emperejilada aristocracia.
Sobresaliente 9 y a favoritas.