Año 2029. En una misión rutinaria, el astronauta Leo Davidson (Mark Wahlberg) pierde el control de su nave y aterriza en un extraño planeta, que está gobernado por una raza de simios cuya inteligencia es similar a la de los seres humanos, a los que, sin embargo, tratan como si fueran animales. Con la ayuda de una chimpancé (Helena Bonham-Carter) y de un pequeño grupo de rebeldes, Leo encabeza una rebelión contra el poderoso ejército dirigido por el general Thade (Tim Roth). La clave de la victoria consiste en llegar a un templo sagrado, situado en la zona prohibida del planeta, que contiene extraordinarios secretos del pasado.
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Muchos pusieron en duda la necesidad de hacer un remake, tan en boga en el Hollywood actual, de un gran éxito que tuvo varias secuelas dirigido por Franklin J. Schaffner y protagonizado por Charlton Heston, que por cierto tiene un pequeño cameo en esta.
La verdad es que poner a un director tan peculiar en su obra como Tim Burton no sé si fue acertado, pero desde luego y tras más de treinta años todos estábamos expectantes, y he de decir, a fuerza de ser sincero, que a mí personalmente no me ha defraudado.
La caracterización de los simios, su vestuario, maquillaje y peluquería son una obra de arte, un prodigio de lo que ha avanzado la técnica en todos los sentidos en esos treinta años, y las interpretaciones caracterizados de Tim Roth y de Helena Bonham Carter rayan la perfección, quizás demasiado barrocos pero conociendo al director son de sobresaliente.
Burton sigue la historia anterior hasta cierto punto, su adaptación es mucho más profunda y nos lleva al eterno dilema de quién fue primero, el huevo o la gallina, el humano o el simio.
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