Nada menos que la ciudad de Nueva York, y el rey de las drogas pudriéndose en la cárcel y dejando en manos del resto de las bandas el mercado de la droga. Abel Ferrara, uno de los directores con talento más denostados de la profesión, nos hace un retrato sobre el poder dentro del mundo de las drogas donde Christopher Walken, en una magnífica interpretación, sale de prisión para recuperar su trono al precio que cueste.
Vemos todas las tribus urbanas que se daban cita en torno al tráfico de drogas a finales de los ochenta y principio de los noventa en la gran manzana, mafiosos, chicanos, negros, sudamericanos, y como no, políticos corruptos y policías intentando acabar con el tráfico de estupefacientes.
Ferrara consigue presentarnos a sus personajes, un gran elenco de actores jóvenes que luego han hecho carrera en la interpretación, siendo algunos muy conocidos, como Laurence Fishburne, Wesley Snipes o David Caruso,con un excelente Victor Argo como el inspector que trata por todos sus medios y con la legalidad vigente de detener a Frank, el rey de las drogas de Nueva York.
Escenas recurrentes, persecuciones policiales, violencia elevada a la máxima potencia, bellas mujeres, regueros de drogas, de armas, de policías que salen como hormigas de un hormiguero incendiado.
Notable, 7.