Edward Zwick consigue filmar la belleza de la tradición en la primera hora de la película, en la que enmarca como era la vida de los legendarios guerreros nipones, como su vida estaba fundada en el honor, en la superación personal, en la defensa de sus costumbres y de sus tierras, siempre sometiéndose a su Emperador, que para ellos era un Dios. Todo ello enmarcado en una preciosa fotografía, unos escenarios límpidos y una extraordinaria banda sonora original, amen de un montaje excepcional en las batallas y en las escenas de acción.
Enfrentamiento entre el Japón tradicional, con sus arcos y flechas, con sus katanas tradicionales, contra la occidentalización del mismo, contra el Estado moderno, hecho por el que el capitán interpretado magistralmente por Tom Cruise, viaja al Japón, para enseñarles el manejo de sus armas de fuego, sus tácticas modernas y hacerse cargo de su incipiente ejército.
Todo se enmarca en una guerra civil entre los tiempos modernos y la tradición, aunque ambos litigantes lo hacían en el nombre del Japón y en defensa de su emperador, paradoja siempre incontestada en una guerra civil, sea donde sea que se ubique.
Además de la excelente dirección de Zwick, resaltar a Tom Cruise en uno de los mejores papeles que se le recuerdan (aunque hay enormes parecidos con el papel de Kevin Costner en "Bailando con Lobos"), y sobre todo de Ken Watanabe como Samuraie y Koyuki en el papel de su hermana que cuida de Cruise tras haber este matado a su esposo, y donde sólo con su mirada expresa todo el trasvase del odio al amor que siente por el occidental.
Un sobresaliente 9, para una película que merece recordarse, y como tal la incluyo entre mis favoritas.