Han proliferado las películas que nos muestran los atracos a bancos, donde ciertas personas dedican todo su talento a acabar con las medidas de seguridad para hacerse con cantidades ingentes de dinero fácil, esto es, el que no ganas con el sudor de tu frente, aunque no siempre es así, pues los políticos y los contables y gerentes de partidos lo hacen sin despeinarse con más frecuencia de lo políticamente correcto.
Aquí ni sudor, ni talento, con excepción de Terence Stamp, un sr. actor de peso. Val Kilmer siempre muy plano, como prácticamente toda su carrera, donde de ser un secundario más tuvo papeles principales casi siempre desaprovechados, y Kim Basinger, aquella preciosa mujer que durante años fue una sex symbol pero a la que gran parte de su talento interpretativo se dedicó a subirse a unos tacones y quitarse ropa.
Al menos en esta película dirigida por el también vulgar Russell Mulcahy representa a una mujer decidida que no necesita especialmente de los hombres para demostrar sus encantos, y su talento, el poco que tiene.
Aprobado, 5.