Stephen Gaghan nos transporta en la magia del cine a los años ochenta, para relatarnos una de las estafas más grandes jamás realizada, entre otras cosas por la imposibilidad de estafar a los codiciosos medios de presión y sus compañías, donde estuvo implicado nada más y nada menos que un Presidente como Gerald Ford en la supuesta explotación de una mina de oro localizada en Indonesia.
A mi francamente la película no me ha gustado, aunque he de reconocer que goza de unas caracterizaciones importantes, una fotografía de los parajes indonesios maravillosa, unos diálogos locuaces e inteligentes y un Matthew Mcconaughey que aumentó considerablemente de peso para la ocasión, magnífico.
La historia basada en hechos reales fluye, lenta pero segura, pero la acción se queda inédita, no percibimos qué ocurre con el oro encontrado, no como lo extraen la su localización, no cómo se realizan sus pruebas de autenticidad y pureza, nuestra codicia por saber más se ve recompensada casi con los títulos de crédito.
A pesar de que no me ha gustado, y posiblemente no la volveré a ver, el producto no puede ser suspendido, al menos por mi parte, Un 5.