Paul Greengrass retoma el personaje de las entregas segunda y tercera y lo hace con vigor en esta quinta, con ese audaz movimiento de cámara que no da lugar al descanso ni la relajación, con las espectacularidad a la que nos tiene acostumbrados en ese despliegue de medios en las persecuciones de vehículos a toda velocidad por las ciudades de moda, Atenas y Las Vegas, en esta entrega, además de Berlín y Londres.
Bourne recupera la memoria y con él, los últimos que estaban implicados en la formación del espía asesino más letal de la CIA, que incluso, apelando a su patriotismo, le proponen su vuelta.
Greengrass nos ofrece mucha acción, aderezada con la intriga de descubrir cómo se instruye a una persona para llegar a ser un "activo" de la Agencia, hombres sin alma ni pasado que cumple las misiones sin parpadear quitando del medio a los más variopintos personajes, cómo se crea el asesino a sueldo más perfecto.
Gran reparto encabezado nuevamente por Matt Damon, bien escudado por un avejentado Tommy Lee Jones y las atractivas Alicia Vikander y Julia Stiles, y con un gran Vincent Cassel como su oponente más duro.
A pesar de ser reconocible en todo, la serie está agotada, o eso me parece a mí, y mucho me temo que esta sea la última entrega tras exprimir al personaje de Robert Ludlum hasta la extenuación.
Notable bajo, 7.