La ley de Murphy enuncia un principio empírico según el cual « lo que pueda salir mal, saldrá inevitablemente mal». Es una de las variantes de la ley de la máxima fatalidad por la que la tostada siempre cae por el lado de la mermelada…
Después de cumplir cuatro años de cárcel, Elias se reintegra en un hospital de camillero. A las cinco horas vence el plazo de su libertad condicional : por fin va a poder empezar una nueva vida y pasar pagina. Y asi sería si la ley de Murphy no se pusiera a jugar en su contra aportando toda una ristra de desgracias. Y es que el capítulo de los diamantes no se ha cerrado aun. Entra en urgencias su propietario, recién liberado y, con él, Rudy, el ex-compañero de cárcel de Elias que también conoce a fondo el tema de los diamantes. Los hermanos Ortega, dos locos de atar, jefes de la pandilla, decididos a acabar con él, instalan su cuartel general en pleno hospital. La policía acude y nota algo sospechoso. Pánico general. Elías empieza tenerlo difícil. Le caen encima toda serie de fatalidades: el inspector Verlun sueña con ponerle las esposas. Su jefe el Dr. Moreau está harto de que tome iniciativas por su cuenta y piensa en echarlo. Y para colmo de la ley de Murphy : los diamantes siguen sin aparecer…. Elías, por su parte, trata contra viento y marea de salvar lo que pueda : su pellejo, su amigo, su curro...
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