Magnífica de principio a fin, una de las mejores películas de aventuras filmadas de todos los tiempos, y con mucha diferencia. Michael Curtiz cogió el testigo de William Keighley para darle un ritmo desenfrenado a unos personajes de todos conocidos, y a pesar de su longevidad, no olvidemos que se rodó en 1.938, es sin duda la mejor versión de los poemas populares en torno al mítico Robin Hood, el buen ladrón, el que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, el azote de los normandos y salvador de los sajones.
Todos conocemos a los personajes, y también a buena parte de los actores, donde destaca con luz propia Errol Flynn en una de sus actuaciones más recordadas, con la mítica Olivia de Havilland, único mito viviente del antiguo Hollywood.
Además del intenso ritmo narrativo, Curtiz le dió un gran sentido del humor a las escenas principales y a las coreografías de los enfrentamientos, además de un colorido especial y unos atrezzos y una banda sonora original muy conseguidos.
La historia es de todos conocida y no me voy a extender más en ella más allá de recordar la intensa luchas de normandos y sajones por el poder de Inglaterra, que llevó a multitud de leyendas, entre las que se recogen las que dan vida en esta película para la historia.
Imprescindible, y a mi rincón de favoritas.
Sobresaliente, 9.