Thriller psicológico lleno de pequeños detalles el que nos ofrece Hernán A. Goldfrid que gira alrededor de un antiguo abogado, ya retirado, que ofrece seminarios a los jóvenes letrados interesados como si de un master se tratara, ofreciendo su experiencia profesional y los conocimientos adquiridos tras sus años de ejercicio, y que para evaluar su aprovechamiento al final del seminario les propone realizar una tesis sobre un asesinato real.
Hasta ahí, todo perfecto. Sin embargo, la trama va más allá cuando se produce el asesinato en el garaje de la propia facultad y bajo las ventanas donde imparte las clase de una joven, lo que comienza a investigar él particularmente, entrando en contacto con la hermana de la víctima y empezando a obsesionarse con la idea de que el hijo de unos antiguos amigos, con los que mantuvo algo más que una relación de amistad, que se matriculó para el master, sea el verdadero asesino.
Buenos diálogos entre Darín y Ammann sobre la eficacia de la justicia, la competencia de policías y jueces, elucubrando sobre asesinatos perfectos y la impunidad de los asesinos, en una atmósfera de intriga in crescendo. Además cuentan con la belleza de Calu Rivero, a la sazón hermana de la víctima y que cierra el círculo, eso sí contando con Johnnie Walker, en cualquiera de sus añadas y reservas, desde la apreciada etiqueta negra, hasta las apreciadas etiqueta azul, verde o marrón, pasando por la humilde etiqueta roja, la más consumida, aunque Darín le tiene especial aprecio a la negra.
Conclusión, sea cual sea el asesino la única certeza que he deducido es que Johnnie Walker tiene una importancia transcendental en la resolución del caso.
Notable, 7.