Tres temporadas para acreditar que todos y cada uno de los guionistas de esta serie son psicópatas peligrosos y muy malos escritores, que odian el FBI y todo lo que representa y consideran que sus telespectadores no tienen inteligencia más allá de pedir su comida basura en un McDonald y engullirla mientras se tragan esta serie para aderezar su sabor.
Primera temporada esperanzadora por su trama, un agente especial del FBI (Kevin Bacon) a la caza y captura de un peligroso asesino en serie (James Purefoy) que consigue escapar del corredor de la muerte y al que ya había atrapado, y al que le unen injustificados lazos sentimentales y psicológicos.
Segunda y tercera temporadas para olvidar, donde Kevin Bacon, productor ejecutivo, intenta estirar la historia hasta llegar al paroxismo de estupidez, regados con ríos de sangre y multitud de ineptos del FBI siendo atacados por multitud de psicópatas como si de una película de Tarantino se tratara pero con unos guionistas frikis pésimos, que no salen de su casa, y no se han enterado que el mundo es otra cosa más allá de la obsesión de llegar a la muerte de mil maneras diferentes mezclando los que defienden el bien con los que lo transgreden.
Bastante decepcionado y es un trago verla entera. Por curiosidad, y habida cuenta del excelente reparto, recomiendo ver la primera temporada, y si les engancha, vean las otras dos, como hice yo. Pero ya están avisados.
Mi nota, un 5.