Un CIR es un Centro de Instrucción de Reclutas, aquí en España. Los que hayan cumplido el SMO, esto es, la mili, como le llamábamos vulgarmente, no les sorprenderán los hechos narrados en esta película, porque los han vivido en sus propias carnes, cambiando los nombres de los suboficiales que te exigían hasta la extenuación, que te robaban tu identidad llamándote por un número, los que socavaban tu personalidad para meterte en el redil del ganado donde lo único que importaba era cumplir órdenes con la boca cerrada y bajando la testuz. Se decía que los atributos masculinos se dejaban colgados en la puerta de entrada al cuartel, y que los recogías cuando salías.
Soldados como el representado por Colin Farrell, por cierto suscribiendo un gran papel que le empujó al status que actualmente ocupa en la industria cinematográfica, que intentaban ayudar y se enfrentaban a los mandos, normalmente suboficiales, que eran los que lidiaban con la tropa, pero también con los oficiales que permitían los desmanes de sus subordinados.
Y también había soldados Wilson, tipos peligrosos y psicópatas a los que el uniforme y el arma les transformaba en algo peor de lo que habían sido todas sus vidas.
Buena película e instructiva para los que se libraron de aquel servicio militar obligatorio, que para muchos eran unas vacaciones pagadas y para muchos más, un verdadero infierno o una soberana pérdida de tiempo. Nos traían un Vietnam a la puerta de casa, y pensándolo fríamente, si estás destinado a combatir en una guerra como fue aquélla, la única posibilidad de sobrevivir es con el duro entrenamiento al que te sometían, lo que ocurre es que en España el Vietnam lo teníamos en el país, no fuera de él.
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Un CIR es un Centro de Instrucción de Reclutas, aquí en España. Los que hayan cumplido el SMO, esto es, la mili, como le llamábamos vulgarmente, no les sorprenderán los hechos narrados en esta película, porque los han vivido en sus propias carnes, cambiando los nombres de los suboficiales que te exigían hasta la extenuación, que te robaban tu identidad llamándote por un número, los que socavaban tu personalidad para meterte en el redil del ganado donde lo único que importaba era cumplir órdenes con la boca cerrada y bajando la testuz. Se decía que los atributos masculinos se dejaban colgados en la puerta de entrada al cuartel, y que los recogías cuando salías.
Soldados como el representado por Colin Farrell, por cierto suscribiendo un gran papel que le empujó al status que actualmente ocupa en la industria cinematográfica, que intentaban ayudar y se enfrentaban a los mandos, normalmente suboficiales, que eran los que lidiaban con la tropa, pero también con los oficiales que permitían los desmanes de sus subordinados.
Y también había soldados Wilson, tipos peligrosos y psicópatas a los que el uniforme y el arma les transformaba en algo peor de lo que habían sido todas sus vidas.
Buena película e instructiva para los que se libraron de aquel servicio militar obligatorio, que para muchos eran unas vacaciones pagadas y para muchos más, un verdadero infierno o una soberana pérdida de tiempo. Nos traían un Vietnam a la puerta de casa, y pensándolo fríamente, si estás destinado a combatir en una guerra como fue aquélla, la única posibilidad de sobrevivir es con el duro entrenamiento al que te sometían, lo que ocurre es que en España el Vietnam lo teníamos en el país, no fuera de él.
Notable película, un 8.