Mientras se desgranan los títulos de crédito con el sonido de Tubulars Bells de Mike Oldfield te queda la duda después de haber visto en varias ocasiones este monumento al terror, en esta última ocasión con la versión del director que le añade únicamente diez minutos y que a decir verdad, las escenas añadidas no desvirtúan para nada el recuerdo de la película acuñado con los años, que esta película de culto se siga tratando con tanto respeto hasta para hablar de ella, que te deja el poso de la esencia del miedo reverencial a lo oculto, a lo maligno, al diablo y a su infierno.
William Friedkin realiza una adaptación de la novela de William Peter Blatty que se inspiró en un exorcismo real ocurrido en Washington en 1949. Y eso además autentifica el miedo que subyace en la cinta, en que esa puesta en escena tan vívida y tan terrorífica sea real. Gran trabajo de Friedkin de principio a fin, como va estudiando los síntomas tanto médicos, como psiquiátricos para llegar a la conclusión que la enfermedad de Regan no es tal, que es un tema espiritual y que la niña ha sido poseída por un ente diabólico y que su única esperanza es un exorcismo católico. Y para ello nos presenta a los dos exorcistas, el padre Merrill magistralmente interpretado por Max von Sydow y el padre Karras con la tragedia de su madre, interpretado por Jason Miller, los verdaderos protagonistas del filme más allá del extraordinario papel de Ellen Burstyn y sobre todo de Linda Blair y sus maquilladores, donde en más de una ocasión se refleja en su rostro y sobre todo en sus ojos la presencia de un ser malévolo en su interior. Magistral.
Es una verdadera obra de arte, este es terror de verdad, de la vieja escuela, con fundamento, con guión basado en una novela inolvidable. Matrícula de honor, 10.
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Mientras se desgranan los títulos de crédito con el sonido de Tubulars Bells de Mike Oldfield te queda la duda después de haber visto en varias ocasiones este monumento al terror, en esta última ocasión con la versión del director que le añade únicamente diez minutos y que a decir verdad, las escenas añadidas no desvirtúan para nada el recuerdo de la película acuñado con los años, que esta película de culto se siga tratando con tanto respeto hasta para hablar de ella, que te deja el poso de la esencia del miedo reverencial a lo oculto, a lo maligno, al diablo y a su infierno.
William Friedkin realiza una adaptación de la novela de William Peter Blatty que se inspiró en un exorcismo real ocurrido en Washington en 1949. Y eso además autentifica el miedo que subyace en la cinta, en que esa puesta en escena tan vívida y tan terrorífica sea real. Gran trabajo de Friedkin de principio a fin, como va estudiando los síntomas tanto médicos, como psiquiátricos para llegar a la conclusión que la enfermedad de Regan no es tal, que es un tema espiritual y que la niña ha sido poseída por un ente diabólico y que su única esperanza es un exorcismo católico. Y para ello nos presenta a los dos exorcistas, el padre Merrill magistralmente interpretado por Max von Sydow y el padre Karras con la tragedia de su madre, interpretado por Jason Miller, los verdaderos protagonistas del filme más allá del extraordinario papel de Ellen Burstyn y sobre todo de Linda Blair y sus maquilladores, donde en más de una ocasión se refleja en su rostro y sobre todo en sus ojos la presencia de un ser malévolo en su interior. Magistral.
Es una verdadera obra de arte, este es terror de verdad, de la vieja escuela, con fundamento, con guión basado en una novela inolvidable. Matrícula de honor, 10.