Thriller judicial que goza de un excelente reparto pero adolece de un confuso guión, demasiado aséptico y desordenado, con muchas pretensiones para un resultado bastante anodino.
El director, un desconocido para mí Shintaro Shimosawa, que tiene a su disposición un más que notable elenco de actores, se pierde en la misma confusión que sus guionistas, a pesar de que la idea es excelente, meter en chirona a un rico empresario de una farmaceútica que pone en circulación medicamentos nocivos para la salud que llevan a quienes los consumen hasta la muerte, y para ello corrompe a los que sean necesarios para obtener su licencia para ponerlos en el mercado, lo mismo que el despacho de abogados, que maneja las pruebas a su antojo, haciendo lo que sea necesario para obtener sentencias favorables a sus intereses. A pesar de este sugestivo punto de partida, la película se pierde en los vericuetos del guión, que a mí, personalmente, me ha defraudado.
Suspenso, 4.