Jerry Zucker nos presenta un Camelot de leyenda, lleno de glamour, limpio como la patena, luminoso, con todos los figurantes recién salidos de una sastrería de trajes de época a medida, bien lavados y acicalados, sin roedores ni bichos de mal vivir, sin residuos humanos ni animales, con muebles de estilo y espadas y escudos refulgentes al sol.
Poco creíble, sin duda, la Edad Media que nos presenta. Y mucho menos cuando el Rey Arturo, magistralmente interpretado por un Sean Connery que llena cada escena donde aparece, se ve traicionado por su Ginebra y por su primer caballero, Lanzarote, en una película que más parece una comedia romántica de la Edad Media con encendidas miradas de Richard Gere a Julia Ormond.
Con todo, un par de batallas espléndidas, aunque sólo vemos esos uniformes que más parecen de "Star Trek" que del medioevo, donde las espadas no cortan miembros y la sangre no salta, donde las arterias no sangran y los miembros se quedan en su sitio en vez de salir arrancados del cuerpo.
Soy muy sensible, a pesar de que la película poco o nada tiene que ver con las leyendas artúricas, pero la historia de amor y el glamour me han ganado.
Notable, 7.