Pues Nerea Barros no me convence ni como madre angustiada y vengadora ni como inspectora borde. Ademas los tres periodistas que se esconden bajo el seudónimo de María Molas abusan del tremendismo. Ahora bien, aunque solo sea por la soberbia actuación de Darío Grandinetti
merece la pena verla.
Un brusco y repentino inesperado asesinato que altera todo el tablero de ajedrez.
Inquietante desde el principio que se transforma en psicosis y te incita ha seguir queriendo saber más.