El director Kongkiat Khomsiri nos ofrece unas criaturas un tanto diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver… unos zombis más ¿conscientes?
La premisa puede ser interesante, aunque lo que verdaderamente me llamó, fue la utilización de sangre y efectos visuales grotescos. Los cuales persisten durante toda la película y hacen que sea una historia sólida a la altura de “Train to Busan” u otra similar.
Sin embargo, hay dos escenas en particular que utilizan CGI, pero no influyen para nada en el desarrollo de la historia, por lo que, no te echarás las manos a la cabeza tras ver el despropósito visual.
El nivel de los actores está bastante bien, más de lo que esperaba, dándonos una historia bastante sentimental.
Además, la explicación dada al principio de cómo “han salido los zombis” me la podría terminar de creer, aunque no se han calentado la cabeza lo más mínimo.
Por otro lado, el final sigue manteniendo esa estética de dramatismo y que da el cierre perfecto a una historia que no podía ofrecer mucho más. No es nada espectacular, pero, desde mi punto de vista, era necesaria para que el espectador quedase satisfecho.