Voy a ser directo: la película es mala de narices, pero tiene marcianos con antenas, Santa Claus marcianos, pseudo dioses que se llaman Chochem, robots y -desgraciadamente- niños repipis y mensajes navideños que te pueden convertir en diabético. La conclusión es clara: La película sirve perfectamente como frikada con la que reírse de ella -y no con ella-.
Esto y sólo esto es lo que la salva de ser una película horrenda. Nicholas Webster consigue, involuntariamente, que su película sirva a día de hoy como mofa, y de verdad, cada vez me cuesta más encontrar eso en la medida adecuada.
Bienaventurados los que se atrevan a verla.