Halloween de 1989, Sam y Josh son están tratando de disfrutar de lo que queda de su última Noche del Diablo antes de graduarse en el instituto. Pero los problemas surgen cuando ellos y un grupo de amigos toman un desvío en su camino hacia un concierto de rock y acaban en un viejo granero abandonado, donde despiertan el mal. Ahora les toca a Sam y Josh para encontrar una manera de proteger a sus amigos y derrotar a las criaturas que se esconden dentro de ¨El Granero¨.
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“The Barn”, con solo ver la intro, ya sabemos que está destinada a los más nostálgicos, dejando claro desde el minuto 0, de que es un homenaje a todas las películas de terror de los años ochenta.
Aunque, también tenemos claro de que es una producción de bajo presupuesto con un toque muy personal. Centrándose en un universo fantástico, donde nos presentan a tres personajes con historias a sus espaldas, como bien nos lo explican durante la película.
Cada uno tendrá un objetivo en mente y, como Michael Myers o Jason, no se detendrán ante nada ni nadie.
Por lo que estamos de acuerdo en que la construcción de personajes ha conseguido superar cualquier expectativa que pudiera tener ante una película de este calibre de bajo presupuesto, donde suelen ser directamente gore y planas.
Todo esto ha sido centrándonos en los enemigos de los protagonistas, porque por el lado de los protagonistas no hay mucho que contar. Ya que son los típicos personajes que no creen en la historia de Halloween y que por X razón termina siendo real y deben hacer frente a situaciones de mucha violencia y sangre.
Aunque también debo comentar que no es para nada creíble, donde algunos protagonistas terminan enfrentándose a las criaturas o demonios cuerpo a cuerpo.
En cualquier caso, y salvo esos efectos especiales sacados del Sony Vegas, han estado a la altura. Pues las escenas gore son impactantes, al menos el 90% de toda la película, donde el protagonista es la sangre o, en algunas situaciones, las tripas de los personajes.
Sin duda alguna, el director Justin M. Seaman ha sabido utilizar el presupuesto para impactar a los espectadores con escenas violentas y explícitas.
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