Leo es de esas películas que te pones mientras comes porque no sabes qué ver y necesitas desconectar.
Pues no esperaba nada de esta película, ya que su principio fue simple, con una animación mejorable e infantil y unos personajes sin nada que ofrecer.
Pero una vez que vas conociendo a cada uno de los personajes y sobre todo al protagonista de la historia… es cuando empieza el juego de las emociones.
Puede ser porque el director Smigel juega con el pasado de los espectadores ofreciéndonos unos personajes con distintos problemas de personalidad, lo que hacen que tengan dificultades para ser “felices” realmente.
Asimismo, es inevitable no sentir emoción en ciertos tramos de la película que hace que el espectador se enganche hasta el final.
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Leo es de esas películas que te pones mientras comes porque no sabes qué ver y necesitas desconectar.
Pues no esperaba nada de esta película, ya que su principio fue simple, con una animación mejorable e infantil y unos personajes sin nada que ofrecer.
Pero una vez que vas conociendo a cada uno de los personajes y sobre todo al protagonista de la historia… es cuando empieza el juego de las emociones.
Puede ser porque el director Smigel juega con el pasado de los espectadores ofreciéndonos unos personajes con distintos problemas de personalidad, lo que hacen que tengan dificultades para ser “felices” realmente.
Asimismo, es inevitable no sentir emoción en ciertos tramos de la película que hace que el espectador se enganche hasta el final.
Una experiencia que me ha gustado y recomiendo.