Último western firmado por uno de los mejores directores del género, Anthony Mann que aprovecha una historia de redención de un antiguo forajido convertido en un hombre de familia tan considerado por sus vecinos que le hacen depositario del dinero de un año de sueldo para elegir a una profesora para llevarla a su pueblo y fundar una escuela para los hijos de la comunidad. Sin embargo, se encuentra casi sin quererlo con su antigua banda, donde un tío suyo, en un gran papel de Lee J. Cobb como el viejo malvado, y sus primos son los cabecillas.
Mann aprovecha para darnos las dos versiones del Oeste, lo que implicaba el viejo y salvaje oeste, y el nuevo, donde impera la educación y los adelantos tecnológicos en forma de ferrocarril, en una escena antológica digna de apreciarse en todo su esplendor, como los desnudos forzados de ambos géneros, desnudos imaginarios, pero desnudos al fin y al cabo donde el maestro desnuda el viejo y el nuevo Western.
Actuación antológica de Gary Cooper, que llena la pantalla con su sola presencia en otro de esos papeles sólo ante el peligro que tan bien se le daban y tanto éxito le reportaron.
Notable, 8.