La primera película de ‘Chicken Run' me dejó con un poco de trauma y esperaba que está segunda película no fuera igual, pero me equivocaba.
Una vez más han conseguido contarnos una historia que hará que muchas personas dejen de ir al KFC para probar su pollo pollo.
Todo eso con unos efectos especiales que no hace falta ser un experto para darte cuenta de que es un trabajador. Sigue alucinándome como la primera vez que vi Wallace y Gromit.
Cierto es que el impacto de la primera película de Chicken Run fue mayor, no se queda atrás está segunda película y el involucrar a “gallinas más jóvenes” la hace más delicada.
Eso sí, la hija parece que está puesta de alguna sustancia extraña.