Netflix sigue buscando ser original en su apartado de realities. Y le vuelve dar otra vuelta al típico reality de citas. Esta vez con una versión japonesa con chicos homosexuales.
En principio, no parece nada original. Pero aquí la diferencia, la marca la propia cultura local. Si esto fuese un reality de algún país de Suramérica, serie todo básicamente sexo. En cambio, en este programa no pasa absolutamente nada. Y aunque parezca contradictorio, genere su atractivo. Ver como los personajes tiene sentimientos reales, y no interesados, y como les cuesta expresar estos sentimientos, hace que empatices mucho con ellos.
El resultado es un producto muy aburrido para muchos mercados como los de Europa o América, pero que ha sido un tremendo éxito en toda Asia. Es como convertir el típico drama BL (Boys Love) en una historia real.
Además, creo que ayuda a la visualización de la comunidad gay en Japón.