Tras prácticamente dieciocho años desde la película firmada por Robert Aldrich que fue un éxito de taquilla y una película de culto, algún iluminado decidió hacer una secuela que se quedó para el mercado de la TV.
Contando con un excelente director, como Andrew V. McLaglen, y con la peregrina misión de acabar con un general nazi que deseaba atentar contra la vida de Hitler, porque el alto mando e inteligencia consideran que con Hitler la guerra se acabaría antes que con otro líder realmente preparado, vuelven a buscar a doce soldados patibularios sin el carisma, la fuerza y el conocimiento por parte del espectador de las personalidades de los mismos que los originales, con lo que el resultado, a pesar de las correctas escenas bélicas, se quedan en demasiado poco, a pesar de contar con un Lee Marvin que apenas puede andar si el bastón y un Ernest Borgnine que realiza una intervención meramente testimonial.
Un aprobado, 5.