En Londres, Quinn, un niño de doce años, despierta sin querer a un enorme dragón de su letargo de siglos. Veinte años más tarde, pueden apreciarse las devastadoras consecuencias del paso de la bestia y de sus vástagos por todo el planeta. Los dragones son seres extremadamente inteligentes que no tienen ninguna intención de compartir la Tierra con los seres humanos. Quinn (Christian Bale) es ahora Jefe de Bomberos. Su trabajo consiste en mantener alejadas a las bestias para garantizar la supervivencia de una pequeña población. En medio de este caos aparece Van Zan (Matthew McConaughey), un norteamericano que asegura saber cómo acabar con los dragones y salvar a la humanidad.
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Los dragones, sobre los que se han escrito cientos de leyendas, donde hay dragones buenos, malos, emblemáticos, bellos, feos y sobre todo malvados. Esta va de un futuro post apocalíptico donde los causantes de la destrucción son los propios dragones, y el puñado de humanos supervivientes tienen que acabar con ellos a cualquier precio.
Para ello, el director, Rob Bowman cuenta con un excelente reparto, encabezado por un atlético Matthew McConaughey y Christian Bale, bien secundados por una atractiva Izabella Scorupco y un desconocido Gerard Butler en papeles más secundarios.
Muchos efectos especiales, un guión más bien corto y efectista, lo que no es óbice para una película de ciencia ficción, donde casi todo vale cuando no nos tratan de explicar teorías científicas que sólo unos pocos pueden rebatir, y nos dejan en puro entretenimiento, que es de lo que se trata y en mi opinión lo consiguen.
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