You Don't Have to Be So Strong
How to Have Sex es una de esas películas que empiezan como un retrato casi documental del turismo de desfase juvenil y, durante buena parte del metraje, me hizo desconectar bastante. La primera mitad se centra demasiado en mostrar la típica escapada veraniega de adolescentes británicas: borracheras, resacas, fiestas y ese aire de "Magaluf reloaded" que, personalmente, me resultó repetitivo y poco atractivo. Me costó empatizar con los personajes y con la dinámica superficial que plantea la directora durante casi toda esa parte inicial.
Sin embargo, lo interesante llega cuando la película decide meterse de lleno en el drama personal de Tara. La cinta cambia radicalmente de tono y, gracias a la excelente interpretación de Mia McKenna-Bruce, empieza a explorar temas mucho más profundos y dolorosos: el consentimiento, la presión social sobre la sexualidad y las secuelas invisibles de las agresiones sexuales. Aquí es donde la película realmente cobra sentido y encuentra su voz.
Aunque creo que Molly Manning Walker podría haber equilibrado mejor ambas partes y no recrearse tanto en la fiesta y el desfase inicial, es innegable que el último tramo deja huella. Y lo que más me emocionó, sinceramente, fue la canción final, “You Don't Have to Be So Strong”. Ese tema, perfectamente colocado al cierre, logra resumir y sublimar todas las emociones contenidas en la película, dejando un poso amargo pero a la vez muy humano.
En resumen: irregular en su desarrollo, potente en su mensaje final y con un cierre musical sencillamente perfecto.
una película muy veraniega, muy fresca, muy bien hecha, y que te pone el corazón en un puño. es juvenil, no se hace nada pesada y deja un mensaje muy claro.