Diciembre, 1944. Cinco meses después del Día D, la mayoría de los soldados americanos piensa que el ejército alemán está acabado, pero los alemanes no comparten esa opinión y lanzan una última y furiosa ofensiva terrestre contra los aliados: es la batalla de las Árdenas.
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Intento malogrado de revivir una batalla histórica con muy poco realismo y un exiguo resultado. La ofensiva nazi en las Árdenas fue el último intento de Hitler de frenar a los aliados en las puertas de Alemania, con una dura y cruenta batalla tanto en los bosques como en las ciudades belgas limítrofes, para lo que se valieron de unos comandos que saltaron en paracaídas entre las tropas aliadas disfrazados de PM americanos, como se retrata en la película comandados por Ty Hardin, uno de los pocos hechos que se ajusta a la realidad de lo acaecido.
La película se reduce a un espectáculo bélico de una compañía de tanques avanzado por las Ardenas hacia Bartogne y Lieja, donde se produjeron en la realidad cruentas matanzas entre las tropas y civiles de las poblaciones, luchando casa por casa, hecho que no se plasma en la película apenas, circunscribiendo la acción a la luchas de los poderosos tigres alemanes con los inferiores carros de combate americanos.
Grandes actores como Henry Fonda, Robert Shaw encarnando al coronel alemán y Robert Ryan como el general americano, con actores que luego tuvieron su peso como Charles Bronson y Telly Savallas en un papel secundario, forman un elenco dirigidos por Ken Annakin en esta superproducción que no consigue deslumbrar al espectador, entre otras cosas por la más que dudosa ambientación del crudo invierno, aunque cuenta con una poderosa banda sonora original y una canción para el recuerdo de los comandantes de carro golpeando el suelo con sus botas mientras la interpretan.
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