He de reconocer que no me hacen muchas gracias las comedias, y mucho menos las comedias románticas. Si además van firmadas por un director español, me retrotraen a las mil y una que se filmaron en la dictadura franquista donde más que comedias eran vergüenzas nacionales.
Al verla anunciada en TV, hice propósito de enmienda, esto es, de verla, pues francamente, no pagaría un euro en el cine, y menos al saber que era la más taquillera. Vamos como los sucesivos y bochornosos Torrentes.
Y me puse a ello, conociendo a Carmen Machi, que maldita sea la gracia que me hace, y alguna cosilla de Karra Elejalde, al que nunca creería ver en su bis cómica. De Dani Rovira, al que le ví algún monólogo y de Clara Lago no tenía opinión alguna.
Y una vez metido en harina, he de reconocer que según se sucedían las escenas, alguna me hizo sonreír, algún golpe de Elejalde con su presunto yerno intentando imitar el acento vasco, esa comilona, ese pub, y sobre todo el enardecimiento de las masas al corear los himnos de los equipos sevillanos de la mano del vasco Rovira, vamos un verdadero descojone con alguna de las más gloriosas carcajadas que he dado en los últimos años.
Con ello quiero decir que también veré la versión catalana de la historia, aunque tampoco trago a la Sardá. Reseñar, como no en mis críticas, el poderoso atractivo de Clara Lago.
votos
He de reconocer que no me hacen muchas gracias las comedias, y mucho menos las comedias románticas. Si además van firmadas por un director español, me retrotraen a las mil y una que se filmaron en la dictadura franquista donde más que comedias eran vergüenzas nacionales.
Al verla anunciada en TV, hice propósito de enmienda, esto es, de verla, pues francamente, no pagaría un euro en el cine, y menos al saber que era la más taquillera. Vamos como los sucesivos y bochornosos Torrentes.
Y me puse a ello, conociendo a Carmen Machi, que maldita sea la gracia que me hace, y alguna cosilla de Karra Elejalde, al que nunca creería ver en su bis cómica. De Dani Rovira, al que le ví algún monólogo y de Clara Lago no tenía opinión alguna.
Y una vez metido en harina, he de reconocer que según se sucedían las escenas, alguna me hizo sonreír, algún golpe de Elejalde con su presunto yerno intentando imitar el acento vasco, esa comilona, ese pub, y sobre todo el enardecimiento de las masas al corear los himnos de los equipos sevillanos de la mano del vasco Rovira, vamos un verdadero descojone con alguna de las más gloriosas carcajadas que he dado en los últimos años.
Con ello quiero decir que también veré la versión catalana de la historia, aunque tampoco trago a la Sardá. Reseñar, como no en mis críticas, el poderoso atractivo de Clara Lago.
Mi nota, un notable, 7.